Mes: junio 2024

El cuerpo que somos

El cuerpo es secreto interminable: es la otra orilla que nunca logramos alcanzar. Somos todo lo que seremos y también lo que vamos dejando por el camino. El cuerpo es múltiple, diverso, proteico. Somos lo que sentimos que somos, lo que soñamos, lo que hablamos. Y también lo que no percibimos: bacterias, polvo, comentarios en las redes sociales. Somos la tierra y los gusanos; las palabras sordas en la memoria de un amigo: un nombre borroso y aparentemente propio: somos el cabello, la uña y el sudor que ya no nos acompañan. También somos la foto de perfil que eliminamos, la nota de voz que nadie escuchó. Somos todas las veces que nos han dejado en visto. Somos una fecha, un número. Algoritmo. Somos una palabra, una sombra, un rumor. Un rostro pasajero, una notificación. Somos vejez y juventud incesantes. Somos un cuerpo constituido por otros cuerpos acariciados, abrazados, besados, deseados, aborrecidos. También nos configura, un esqueleto, el corpus de libros que hemos leído, subrayado, recomendado, abandonado, perdido. Estamos hechos, sin duda, de vacío, de silencio, de todas las páginas en blanco, todas los poemas que no han visto la luz. Somos discurso. No alcanzan los espejos para apreciar nuestro cuerpo. Además, como dijo Borges, también somos el olvido que seremos. 

El cuerpo es un límite, algo que pintamos intentando no salirnos del borde. Pero, en tanto lector y usuario de redes sociales, estoy constantemente más allá de mí. Estoy en la página, en la pantalla, bordes de un precipicio de sentido. Estoy en mis opiniones, en mis respuestas, y en lo que dicen de mí. Soy un cuerpo que se extiende, se difumina y se confunde con los cuerpos que fueron y que serán. Un cuerpo que empieza y que termina, que se comparte y se abandona, en un eco plural de imágenes, palabras, voces, cuando se inicia sesión. Escribir sobre uno mismo es narrar un cuerpo constituido por muchos relatos. Supone dibujar las fuerzas que nos componen y que nos hacen tan diferentes y tan iguales. Que nos hacen lectores y escritores, productores y consumidores.

 

Gabriel Rodríguez

Respirar en la nube

Lo transmedia como una respiración 

A propósito de lo que implica escribir Narrativas Transmedia

Antonio Machado dice que el ojo no es ojo porque nosotros lo veamos, sino porque el ojo puede vernos. La mirada, entonces, solo es mirada cuando es recíproca, cuando es participativa. Del mismo modo ocurre con las historias —y mucho más en las narrativas transmedias—: son historias no porque nosotros las hayamos escrito, son historias porque hay un lector que les da sentido, que participa. Mi escritura sino es reescrita por el lector no es una escritura viva. Si el lector solo la lee es que nació muerta. La obra, en tanto respiración es, a partes iguales, inhalación del lector y exhalación de autor y viceversa. Es un intercambio, un abrazo. Roberto Juarroz dice que hay que inventar respiraciones nuevas, es decir, nuevos intercambios, nuevos abrazos. Respiraciones que planteen nuevos ritmos, nuevas fábulas, nuevos lectores. Nuevas maneras de transitar las historias ( es decir, lo humano).

 

Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.

Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.

Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.

Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.

Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.

Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre.

Roberto Juarroz

 

Por Gabriel Rodríguez